La resiliencia en las cadenas de suministro se ha vuelto una prioridad crítica para las empresas de todo el mundo, y en particular para las que operan en América Latina, que presenta desafíos únicos y complejos. De acuerdo a una investigación realizada por FT Longitude en asociación con Maersk, la resiliencia es la capacidad de una cadena de suministro para anticipar, prepararse, responder y recuperarse de las interrupciones, asegurando la continuidad y minimizando los impactos negativos.
A pesar de los desafíos que la región enfrenta, como una infraestructura subdesarrollada, la inestabilidad política, las urgencias en materia de seguridad y la informalidad en el entorno laboral y empresarial, las empresas Latinoamericanas han mostrado un progreso notable.
La percepción de la resiliencia en Latam revela un panorama de optimismo para el futuro del abastecimiento que, sin embargo, debe ser gestionado con cuidado. La mayoría de las organizaciones latinoamericanas tienen una perspectiva positiva, y el 61% de los encuestados en el estudio califica su propia cadena de suministro como una más resiliente que la de otros participantes de distintas industrias.
Este alto nivel de confianza puede leerse como una fortaleza: impulsa la determinación y la proactividad para tomar decisiones innovadoras y adoptar nuevas tecnologías. Sin embargo, el mismo exceso de confianza puede llevar a la complacencia, a una toma de decisiones poco fiable y a la pérdida de oportunidades de mejora. Cuando una empresa cree que sus estrategias actuales son suficientes, corren el riesgo de descuidar nuevas inversiones.
En este nivel, es importante destacar que el 27% de las organizaciones reconocen la necesidad de mejorar su resiliencia. Esto deja entrever a un sector consciente de sus vulnerabilidades y que está mejor posicionado para una asignación de recursos efectiva y un desarrollo de estrategias frente a los riesgos.
En los últimos dos años, las empresas de Latam han logrado avances significativos. El 47% de las organizaciones reportó mejoras en el rendimiento del tiempo de entrega. El 46% aseguró experimentar avances sustanciales en su capacidad para anticipar interrupciones.
La diversificación de proveedores y la mitigación de riesgos también mostraron mejoras, con un 43% de los encuestados asegurando avances en estas áreas. A pesar de estos desarrollos, el promedio anual de pérdidas de ingresos causadas por las interrupciones en las cadenas de suministro regionales fue de un 4.25%. Este porcentaje es superior a la cifra global del 3.93%, subrayando el potencial de mejora que la región mantiene.
Llegar a construir una cadena de suministro robusta y económicamente sostenible implica un acto de equilibro entre la resiliencia y la rentabilidad. Las empresas de América Latina declararon salir airosos de este desafío. El 38% de las organizaciones reportó retornos positivos de sus inversiones en resiliencia. El 37% citó ganancias de eficiencia a partir de la optimización logística, y otro 37% aseguró que sus iniciativas de resiliencia contribuyeron directamente al crecimiento de sus ingresos. Estos logros exhiben que la resiliencia no es solo una estrategia: también es un catalizador para la excelencia operativa y el crecimiento comercial.
Sin embargo, los contratiempos persisten. De acuerdo al sondeo, el 30% de las empresas identificó costos asociados a las interrupciones —como ventas perdidas o penalizaciones— como el principal revés al que se enfrentan. Un 29%, por su parte, reportó que decisiones tomadas desde el área de suministro han impactado negativamente sus márgenes de beneficio.
Las organizaciones siguen enfrentándose al desafío de navegar este complejo panorama. Siguen invirtiendo estratégicamente en estrategias de resiliencia y buscan mantener un enfoque en el control de costos. Esto implica aprovechar la tecnología y los datos para optimizar las operaciones, fortalecer alianzas estratégicas con proveedores logísticos y alinear la resiliencia con estrategias empresariales más amplias.
La experiencia de los últimos años ha demostrado que la resiliencia, vista de una forma integral, permite reducir interrupciones y convertirse en una ventaja competitiva que impulsa la innovación y estabilidad a largo plazo.
El informe destaca que, cuando una compañía adopta la resiliencia como parte de la mentalidad organizacional y les brinda la categoría de prioridad estratégica, pueden transformar sus cadenas de suministro en motores de crecimiento y adaptabilidad en entornos volátiles.
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