Si bien la mayoría de los aranceles establecidos por la Casa Blanca afectan a materiales críticos y commodities, también están afectando a las verduras. La administración de Donald Trump ha impuesto un arancel del 17% a la mayoría de las importaciones de tomates frescos desde México, marcando el fin de un acuerdo comercial de casi tres décadas, que había evitado la aplicación de estos gravámenes. De acuerdo al New York Times, esta medida, anunciada por el Secretario de Comercio, Howard Lutnick, busca proteger a los productores de tomate estadounidenses, principalmente en Florida, argumentando que los agricultores mexicanos han estado vendiendo sus productos a precios injustamente bajos en el mercado de Estados Unidos. Esta decisión tiene un impacto directo en las cadenas de suministro mexicanas, ya que el vecino del sur provee aproximadamente el 70% del tomate consumido en Estados Unidos, lo que anticipa un aumento en los precios para los consumidores y una posible reducción en la variedad de tomates disponibles.
La imposición de este arancel reactiva una disputa comercial antigua, con defensores de la medida señalando que es crucial para revitalizar la industria tomatera estadounidense. Según la Florida Tomato Exchange, su industria local ha sido “diezmada por una afluencia de tomates mexicanos baratos”. Sin embargo, muchos alegan que estas medidas comerciales eran necesarias, incluyendo empresas estadounidenses que cultivan tomates en México y asociaciones de la industria. Ahora, muchos actores advierten que los aranceles perjudicarán a los consumidores al elevar los precios y reducir la disponibilidad de productos. La Fresh Produce Association of the Americas (FPAA) ha expresado su preocupación, indicando que los consumidores estadounidenses tendrán que pagar un “impuesto al tomate” por una selección reducida de las variedades que prefieren, como los tomates en rama, cherry, Roma y otras especialidades.
Este nuevo escenario comercial no solo afecta directamente a los agricultores y consumidores, sino que también genera incertidumbre en cuanto al abastecimiento de productos frescos. Se espera que el arancel altere la dinámica del mercado, con posibles ajustes en la oferta y la demanda, y presiones sobre los costos para distribuidores y minoristas. La decisión subraya la continua tensión en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y México. También la tendencia a utilizar herramientas arancelarias como parte de la política económica, lo que exige una adaptación constante por parte de las empresas involucradas en el comercio internacional y la logística de alimentos.
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