30 de Mayo de 2025
Estados Unidos sigue manteniendo sus ansias por alcanzar a la industria asiática. Esta vez, resucitando su industria naval para competir con el dominio de China, el mayor constructor de barcos del mundo. Este objetivo —ambicioso y que, se espera, revitalice la industria estadounidense— es visto como inviable por los expertos, pues requiere una inversión de miles de millones de dólares y un largo plazo de esperas de implementación.
La estrategia se basa en tener que dejar de depender de los astilleros extranjeros, sin embargo, la industria naval estadounidense está muy retrasada con respecto a la China. En los últimos 10 años, los constructores navales chinos entregaron 6,765 buques comerciales —casi la mitad del total mundial—. Estados Unidos, por otra parte, apenas entregó 37.
De acuerdo al New York Times, la revitalización de la industria naval estadounidense no solo enfrenta problemas de posicionamiento, sino también de costos. La construcción de barcos en EE. UU. es cinco veces más cara que en Asia, con un costo aproximado de $330 millones de dólares por buque, en contra del costo cercano a los $70 millones de dólares en Asia.
Sin embargo, Trump sigue buscando crear una cadena eficiente. Actualmente se están proponiendo subsidios masivos y nuevas regulaciones que penalicen a los buques chinos, y exijan la construcción local de ciertas embarcaciones comerciales. La meta del gobierno es crear una flota comercial estratégica, de 250 buques de fabricación —y, además, tripulación— estadounidense, que deberán estar disponibles para tareas de suministro y defensa.
Para revisar la propuesta, hay que ir a la base del desafío que se plantea la Casa Blanca: los astilleros. Algunos, como el Hanwha Philly (adquirido por $100 millones de dólares) tiene planes de inversión en tecnología a mediano plazo, como la soldadura automatizada. Sin embargo, el Hanwha Philly no tiene capacidad para nuevos pedidos hasta el 2027, y la industria enfrenta una escasez importante de trabajadores cualificados. Si bien los planes de Trump implican duplicar la fuerza laboral a cerca de 3,300 empleados, la obtención de mano de obra sigue siendo un desafío.
Pero los trabajadores podrían llegar a buen puerto de sumarse a las iniciativas gubernamentales. Esta revitalización podría significar empleos bien remunerados —un oficial marítimo puede ganar cerca de 200,000 dólares al año—. Sin embargo, la industria sigue luchando por formas de atraer y retener la fuerza laboral. Solo así podrán competir con China y reducir su dependencia de los buques asiáticos.
Si quieres leer el reportaje completo del New York Times, puedes revisarlo aquí.