14 de Julio, 2025
La guerra arancelaria sigue escalando, incluso durante sus pausas. De acuerdo a la agencia internacional de noticias Reuters, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el 12 de julio la imposición de un arancel del 30% a las importaciones de la Unión Europea y México. El nuevo sistema de tarifas, que se hará efectivo desde el 1 de agosto, se fundamenta en preocupaciones sobre el narcotráfico en la frontera con México —específicamente el flujo de fentanilo— y en los persistentes desequilibrios comerciales con la Unión Europea. Esto se genera en un contexto de incertidumbre y volatilidad, con Trump extendiendo los plazos de negociación hasta agosto, en medio de advertencias de aranceles a más de 20 países, con tarifas que podrían ir desde el 20% al 50%.
La noticia generó reacciones inmediatas. Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, advirtió que los aranceles interrumpirían cadenas de suministro transatlánticas esenciales. El Primer Ministro holandés, Dick Schoof, catalogó la decisión de preocupante, y la Unión Europea en su totalidad ha manifestado estar dispuesta a tomar las medidas necesarias para salvaguardar sus intereses, incluida la adopción de contramedidas en caso de ser necesario.
Estas nuevas barreras arancelarias introducen una capa de incertidumbre. Sobre todo si se considera que el 30% no reemplazará a los aranceles ya establecidos a ciertos materiales o subproductos, como el acero y el aluminio, manteniéndose ese 50%. Las empresas con operaciones o flujos de bienes entre Estados Unidos, la Unión Europea y México deberán revisar sus estrategias de abastecimiento, evaluar el impacto en los costos y buscar alternativas para mitigar la disrupción en sus cadenas de suministro.
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