Las dos Alemanias de posguerra: el suministro aéreo de 4,500 toneladas diarias durante la Guerra Fría

Las dos Alemanias de posguerra: el suministro aéreo de 4,500 toneladas diarias durante la Guerra Fría

Max Díaz Por Max Díaz

10 de Octubre, 2025

En 2003, salió la película Good Bye, Lenin! Es una tragicomedia en la que el personaje de Alex Kerner crea una burbuja socialista en su propio departamento. Después de verlo en protestas contra el gobierno, la madre de Alex, un orgullosa militante del Partido Socialista Unificado de la República Democrática Alemana —también conocida como RDA, o Alemania Oriental— sufre un infarto y entra en un coma que se extiende por ocho meses. El médico les da una instrucción muy clara a sus hijos: ella no puede vivir emociones fuertes durante su recuperación. Desesperado, Alex le hace creer a su madre que el comunismo ha triunfado en Alemania. Su gran desafío es hacerle creer que el capitalismo no ha llegado a Alemania: llena frascos con alimentos que solo se encontraban en la Alemania Socialista, tapa los anuncios occidentales que invaden el barrio, y crea noticias falsas con la ayuda de un amigo cineasta, para explicar fenómenos como que ahora haya ciudadanos de Berlín Occidental.

La película, a pesar de estar cargada de comedia, también reflexiona sobre la nostalgia de la vida en la Alemania Oriental, y aborda cómo, para muchos ciudadanos de la RDA, la caída del muro significó una liberación, pero también una pérdida de la identidad.

Pero para que la madre de Alex pudiese enamorarse de la RDA, hay que visitar una historia anterior. Una que comenzó prácticamente de inmediato después del final de la Segunda Guerra, y tuvo al suministro como protagonista. En 1945, los líderes de Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética —también conocidos como los Aliados—, se reunieron en Potsdam para definir el destino de Alemania.

Dividirse Alemania

Los alemanes ya no tenían espacio de negociación, y todo quedó en manos de Harry Truman, Clement Attlee y Iósif Stalin. Acordaron la división temporal de Alemania en cuatro zonas de ocupación, asegurando que la cooperación les permitiría reunificar Alemania bajo supervisión internacional.

Así, Estados Unidos se quedó con el sur de Alemania, Reino Unido con el noroeste, Francia con el suroeste y la Unión Soviética ocupó todo el lado este. Berlín, la antigua capital del Reich, quedó al interior de la zona soviética, y los aliados decidieron subdividirla.

Esto dejó a una fracción de Berlín en la zona soviética por la que habría que pasar para llegar hasta la parte occidental de la ciudad. Entonces, se alzó un primer problema: el abastecimiento y el suministro estaban en manos de la buena voluntad de Moscú. Los acuerdos cerrados no abordaron el acceso por tierra a la ciudad, y esto terminaría siendo fatal para las relaciones entre los ocupantes de Alemania.

Los aliados occidentales, especialmente Estados Unidos, de la mano de Dwight D. Eisenhower, confiaban en que la colaboración continuaría después de la caída del führer. Habían llegado a acuerdos con Stalin mediante tratos como los compromisos de Yalta, que decían que Europa Oriental mantendría su respeto frente a los aliados occidentales y terminarían por democratizar toda la Europa Oriental.

Sin embargo, los soviéticos solo concedieron tres corredores aéreos para el abastecimiento en Berlín. Cada uno tenía 30 kilómetros de ancho, y los aviones debían volar bajo altitudes específicas para cumplir con las estrictas normas del suministro.

El control de la Unión Soviética

Stalin había marcado sus intenciones desde el principio: su personalidad, que muchos definían como desconfiada y ligeramente paranoica, lo llevó a telefonear a los dirigentes comunistas alemanes. Les dijo que esperaba socavar lentamente la posición británica y aprovechar la retirada estadounidense para que Alemania entera fuese completamente soviética.

Los líderes de los aliados: Winston Churchill, Harry S. Truman y Iósef Stalin. Imagno.

Los líderes de los aliados: Winston Churchill, Harry S. Truman y Iósef Stalin. Imagno.

Para el líder de la Unión Soviética, Berlín Occidental era una zona de capitalismo completamente intolerable para él. La ciudad tenía un dinamismo económico envidiable para el resto de la Europa de posguerra, y las libertades políticas que comenzaban a alzarse, contrastaban con las ideas para el sector oriental. Stalin no quería una pequeña vitrina capitalista en un terreno bajo su jurisdicción, y cada movimiento de los aliados se leía como una hostilidad de parte del líder de Moscú.

En Estados Unidos, mientras tanto, Harry Truman había llegado a la presidencia después de la muerte de Franklin D. Roosevelt. Truman había heredado una relación con Stalin que ya estaba tensionada, y que se siguió deteriorando a medida que se mostraba menos indulgente con la Unión Soviética. Al menos, mucho menos que su antecesor.

Y es que cuando Truman anunció su doctrina, declaró que contendría la expansión comunista mundial. Estaba dispuesto a asumir todos los riesgos para mantener a los aliados occidentales en Berlín.

El presidente de los Estados Unidos se acercó a un hombre que sabía que valdría su confianza: el general Lucius D. Clay, un comandante militar, ingeniero y administrador, que había dirigido la reconstrucción de la zona estadounidense, ganándose el respeto tanto de alemanes como de aliados. Se convirtió en el principal impulsor del puente aéreo para evitar un conflicto militar. Todo gracias a sus acabados conocimientos sobre suministro y logística, y a su experiencia gestando operaciones complejas. Para él, lo más importante era evitar que se disparasen balas al interior de Alemania.

Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia

Para el Año Nuevo de 1947 las zonas británicas y estadounidense ya se habían fusionado en la llamada Bizona, un paso que los soviéticos leyeron como una traición a los acuerdos de Potsdam. Pronto llegaron los franceses, creando la Trizona, y completaron la integración económica occidental. En una reunión solo con líderes militares de confianza, se establecieron las bases para la futura República Federal Alemana.

Los soviéticos no se quedaron de brazos cruzados: comenzaron a presionar dejando de entregar productos agrícolas desde sus zonas, a lo que Clay respondió deteniendo los envíos de ciertas industrias hacia la Unión Soviética.

En 1948, se celebraron reuniones reuniones sin la participación de los soviéticos para establecer los principios de una Alemania Occidental completamente independiente. La respuesta soviética fue inmediata: comenzaron a detener los trenes británicos y estadounidenses que iban hacia Berlín. Ahí hacían un control de identidad a los pasajeros y las restricciones se intensificaron.

Las autoridades soviéticas comenzaron a restringir cualquier tráfico occidental hacia la capital. Ningún tren se podía poner en marcha sin permiso de los comandantes, y todas las mercancías debían ser revisadas y aprobadas por las autoridades rusas. El comandante Clay quiso aplicar su propia presión, y ordenó la suspensión de todos los trenes. Ahora, todo el suministro se haría por vía aérea. Bautizaron a la operación como Little Air Lift. El Little Air Lift completaba 20 vuelos al día, permitiendo acumular reservas que sirvieron cuando comenzó el bloqueo total.

Paquete de ayuda humanitaria.

Paquete de ayuda humanitaria.

La creación de la Alemania Occidental requería nuevas medidas económicas para que la zona del país fuera viable. El reichsmark, la moneda alemana de la época, se había devaluado dramáticamente por la inflación de la guerra, y ya no era un modelo efectivo. No era raro ver ciudadanos intercambiando cigarrillos americanos, que se habían convertido en una especie de moneda de cambio.

La crisis económica

Pronto, Estados Unidos, Reino Unido y Francia anunciaron la introducción del marco alemán como la nueva moneda oficial de sus zonas de ocupación. El marco alemán estaba respaldada por las reservas occidentales y la economía en recuperación. Les prometía a los ciudadanos el tan ansiado crecimiento.

Los soviéticos, sin embargo, no estaban felices con la introducción del marco. Aseguraban que vulneraba los acuerdos de cooperación, y Stalin veía la introducción de la nueva moneda como una amenaza para el control sobre Berlín. Actuó rápido y creó su propio sistema de cambio: el marco oriental. Pronto exigieron que fuera la moneda oficial de toda alemania, pero los aliados occidentales no estaban dispuestos a aplicar esa medida. Así comenzó una batalla entre las monedas, que se debatía el futuro de Alemania.

El 24 de junio de 1948, a las 6:00 de la mañana, todas las líneas telefónicas se cortaron. También los accesos terrestres y fluviales entre los dos Berlines. Los trenes eran detenidos en las estaciones fronterizas y, simplemente, no se les permitía continuar. Las carreteras fueron bloqueadas en su totalidad, alegando reparaciones, y el tráfico de barcazas que venían desde el lado occidental fue suspendido.

El general Clay estaba desayunando en su casa cuando recibió la noticia. Dejó su té aún caliente sobre la mesa y convocó a una reunión de emergencia. La situación era dramática: Berlín Occidental tenía 2.2 millones de habitantes, y todos y cada uno de ellos dependían de los suministros externos para vivir.

Comenzaron a trazar planes: negociaciones diplomáticas, redacciones de compromisos, incluso pensaron en ceder ante la presión de la moneda. Sin embargo, todas estas opciones fueron descartadas. Sabían que no podían darle espacio a la Unión Soviética si querían vivir sin futuras presiones.

Se alzó una nueva opción: una respuesta militar que se basaba en enviar un convoy blindado por la autopista para forzar el paso. En un principio, la medida fue aceptada, pero pronto sonó el teléfono: desde Washington desaprobaban la opción. No querían una escalada militar.

Después de horas pensando, se les apareció una nueva idea: enviar los suministros por aire hasta que los soviéticos levantaran el bloqueo. La opción parecía la menos arriesgada en términos militares, sin embargo, requería de una operación logística sin precedentes.

Mover 4.500 toneladas

Las bases técnicas ya estaban, pero los cálculos eran desalentadores. Berlín Occidental necesitaba de un mínimo de 4,500 toneladas de suministros básicos al día. Alimentos, carbón, medicinas y materias primas industriales. Los aviones, sin embargo, solo podían mover 300 toneladas diarias. Para atender a esta demanda, se creó el sistema de bloques: turnos de ocho horas con vuelos programados cada cuatro minutos, usando altitudes escalonadas para evitar choques entre los mismos aliados. Apodaron al nuevo sistema como la escalera, y se convirtió en el modelo de todo el suministro aéreo posterior.

Reino Unido aumentó la eficiencia del plan sumándose al puente aéreo. Para comenzar, movilizaron recursos aéreos de todo el mundo occidental. Más de 100 aviones participaban diariamente del puente, y movían 2,500 toneladas de suministros al día. Aún estaban muy por debajo del cálculo inicial, pero podían contener una crisis mayor.

El cielo estaba lleno de aviones las 24 horas. Los niños comenzaron a llamar a los aviones aliados como bombarderos de pasas, pero la necesidad de transportar materiales como el carbón para calefacción, reducía drásticamente la eficiencia de los vuelos.

Niños mirando un "bombardero de pasas". DPA.

Niños mirando un bombardero de pasas. DPA.

Una batalla en el aire

Los soviéticos comenzaron a emitir señales para despistar a los pilotos, y a enviar aviones para interferir en las rutas del puente aéreo. Al mismo tiempo, comenzaron con una intensa campaña de propaganda para desmoralizar a la población y presionar a los gobiernos occidentales. También aplicaron medidas económicas, ofreciendo alimentos gratuitos para los berlineses que se registrasen en el sector oriental. Occidente respondió al bloqueo interrumpiendo el comercio entre las dos Alemanias. Las fábricas orientales comenzaron a sufrir la escasez de commodities y a perder mercados frente a los occidentales.

Para 1949, tanto los occidentales como los orientales estaban cansados, y sabían que debían buscar una salida a la crisis. Stalin tenía claro que el bloqueo no había logrado sus objetivos, y en lugar de correr a los occidentales de Alemania, había fortalecido su determinación y acelerado la creación de instituciones anticomunistas. Además, los puentes aéreos habían demostrado que Berlín Occidental podía mantenerse sin depender de las carreteras.

El 12 de mayo de 1949, 323 días después de su inicio, el bloqueo total de Berlín fue levantado. La gente se reunía a los costados de las líneas ferroviarias para celebrar la salida de los trenes, aunque el puente aéreo siguió funcionando por varios meses, para acumular reservas de seguridad.

Fin del bloqueo. Depto. de Defensa de EE. UU.

Fin del bloqueo. Depto. de Defensa de EE. UU.

Sin embargo, la separación total de Alemania era irreversible. Once días después del fin del bloqueo, se proclamó la República Federal Alemana en Alemania Occidental. Los soviéticos, por su parte, crearon la República Democrática Alemana en octubre del mismo año.

Los aliados occidentales habían aprendido varias lecciones. Primero, a no fiarse de los llamados tiempos de paz, sin embargo, también sobre coordinación logística internacional, y desarrollo de operaciones humanitarias. Este precedente marcó operaciones como las misiones de mantenimiento de la paz de la ONU y otras tareas internacionales, demostrando que el suministro también puede ser un acto heroico.

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