02 de Junio, 2025
“Este será un gran día. Uno de los más importantes de su vida”, le dijo Trump a los trabajadores del acero el viernes por la noche. El presidente de Estados Unidos dirigió una asamblea en una planta de US Steel en West Mifflin, Pensilvania, donde hizo un anuncio que remeció prácticamente de inmediato al mercado internacional: los aranceles al acero y al aluminio aumentarían, llegando a un 50%. Y se haría efectivo en cinco días desde el anuncio —o sea, el 4 de junio—.
De acuerdo a CNN en español, los acereros no dudaron en aplaudir a Trump por lo que él llamó proteger la industria. Sin embargo, sus vecinos y aliados comerciales no estarían para nada contentos con esta medida. Canadá, por ejemplo, el mayor proveedor de acero y aluminio de Estados Unidos —con un total de $7,600 millones de dólares enviados durante el año pasado—, ve esta situación como catastrófica incluso desde que se decretó el primer arancel del 25%.
Las negociaciones con el Reino Unido, por otro lado, tampoco están siendo amenas. El Primer Ministro, Keir Starmer, habría asegurado un acuerdo comercial con Trump hace tres semanas, que incluía una exención arancelaria para el acero y el aluminio, sin embargo, el acuerdo se habría pactado, pero no firmado.
Y, por si fuera poco, esta decisión llega a minar la tensa negociación entre Estados Unidos y la Unión Europea. La Comisión Europea aseguró recibir la noticia con gran pesar, y que la medida “socava los esfuerzos en curso” para lograr resoluciones comerciales amistosas. Ahora, la Unión Europea planea contramedidas en bloque para enfrentarse a la nueva norma.
Durante la asamblea, Trump aseguró estar velando por la seguridad laboral de los trabajadores estadounidenses del acero y el aluminio, y que su objetivo es aumentar la producción local.
Pero las buenas intenciones no suelen ser suficientes a la hora de escalar procesos industriales. De acuerdo a los analistas de S&P Global, la empresa de servicios financieros, los aranceles podrían generar seguridad en el suministro y creación de empleo, pero la reducción de fuentes extranjeras podría encarecer considerablemente la producción nacional, y comenzar a generar atascos en la cadena de suministros.
Según el medio especializado en economía Morning Brew, también hay un desafío importante en términos de capacidad, pues no hay plantas nacionales que sean rentables y estén inactivas. Esto implicaría construir plantas nuevas —que requieren importantes inversiones monetarias y de tiempo—, o reactivar plantas ineficientes.
Los aumentos arancelarios al acero en miras de potenciar la industria nacional no son algo nuevo para Estados Unidos. El año 2018, Donald Trump impuso aranceles al acero durante su primer mandato. Esto generó que la producción estadounidense creciera, sin embargo, no lo hizo a los niveles esperados, y los costos de automóviles, herramientas y maquinaria aumentaron. Al final, según la Comisión de Comercio Internacional, la producción de esas industrias se redujo en más de $3,000 millones de dólares para 2021. La relación entre el costo y el beneficio de esta medida también levanta sospechas.
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